Víctor Pérez, ganadero afectado por el volcán: “Me sentí ultrajado por el Cabildo porque pensé que, después de lo que hemos pasado, tendrían un poco de consideración con nosotros”

La vida de Víctor Pérez ha estado siempre ligada a la ganadería. Suya es una de las pocas granjas de cochinos que aún quedan en la isla y regenta, además, la conocida Carnicería La Fuente, en Los Llanos de Aridane.

Se define como trabajador incansable y nos reconoce que sigue teniendo que buscarse la vida, día a día, frente a los miles de impedimentos con los que tiene que lidiar para mantener a flote su granja, una granja que tuvo que evacuar durante la erupción y que se salvó por escasos 20 centímetros (sí, centímetros) de ser arrasada por la lava. Su finca de aguacates no tuvo tanta suerte.

En su historia se mezcla la doble carga de ser ganadero en un momento en el que es casi imposible mantener la actividad por la subida de los precios del pienso y de la electricidad y la condición de afectado por el volcán. Y por ambos lados le ha faltado la ayuda que necesita. “Me siento solo, bastante solo”, reconoce durante la entrevista.

Precisamente, y cuesta creerlo, la condición de afectado por el volcán le perjudicó a la hora de acceder a la única ayuda que ha dado el Cabildo a los ganaderos para afrontar la crisis del aumento desproporcionado de los precios de los insumos. “Yo tenía que rellenar la cartilla ganadera antes del 1 de marzo, pero me retrasé un día y lo hice el 2 de marzo”, nos explica. “Por esa fecha estaba volviendo a traer a mis animales a la granja, los tenía repartidos por toda la isla, y por falta de tiempo me retrasé con la cartilla y me quedé fuera de la ayuda”.

“Desde el Cabildo la respuesta que me dieron es que, si a otros ganaderos evacuados sí que les había dado tiempo, por qué a mí no, pero creo que ninguno de ellos tenía a sus animales repartidos en cuatro municipios como yo”, nos cuenta aún dolido y no oculta su enfado, “fueron unos días muy complicados para mí, me sentí ultrajado, dañado, porque pensé que, después de todo lo que hemos pasado, tendrían con nosotros un poco de consideración”.

Su enfado no quita para que reconozca y agradezca la ayuda de 10.000 euros que, como afectado del volcán, recibió del Cabildo tras la erupción y valora que en dos días le techaron una nave en Tijarafe para meter los animales. Desde GMR recibió también ayuda con el pienso. Sin embargo, lo recibido está lejos de compensar las pérdidas y gastos acumulados en los meses en los que tuvo a su ganado evacuado. Nos cuenta que solo la primera noche que evacuó la granja ya murieron dos cochinos por valor de 7.800 euros y aunque recibió 2100 euros de la Asociación de Cabra Palmera y del Cabildo para gasoil, se tuvo que gastar 4200 euros solo en mantener el motor de gasolina en la nave de Tijarafe para darle calor a los lechones. Y a partir de ahí, suma y sigue.

Tampoco ha podido optar a ninguna ayuda para sufragar lo que tuvo que invertir tras el volcán en arreglar la granja. “Porque se habla, se habla y se habla, pero a la hora de la verdad, nada”.

Para afrontar la crisis de la subida de precios, nos cuenta que recibirá del Gobierno de Canarias una ayuda de 6.700 euros que, según sus cálculos, le dará para alimentar a los cochinos durante 22 días y, a pesar de lo escaso, en estas condiciones le parece “un regalazo”.

Víctor Pérez insiste en que solo está contando lo que le ha tocado vivir en propia carne y reconoce que su caso es especial, ya que, si no tuviera la carnicería, solo con los ingresos de la granja no podría vivir dignamente, “entendiendo que vivir dignamente es poder pagar la hipoteca, mantener a mi hijo en la universidad y tener un coche”. A pesar de todo, nos dice que sigue creyendo en lo que hace.

El volcán sí que se llevó por completo su finca de aguacates y a estas alturas nadie le ha dado todavía una certidumbre de lo que va a pasar. “El banco me aplazó un año el pago del crédito, pero ya lo estoy pagando otra vez y me queda 9 años de hipoteca”. “Es una finca que tenía un valor de 100.000 euros y eso es mucho dinero para un trabajador”, explica, pero no se plantea la reconstrucción porque no puede asumir el coste económico que eso tendría, “solo la maquinaria cuesta hoy el doble que cuando yo preparé la finca”. Asegura que se quedaría tranquilo solo con que le condonasen la deuda con el banco, aunque pierda todo el dinero que puso de sus ahorros para acondicionarla.

Tristemente, Víctor Pérez es fiel reflejo de esos cientos de afectados por el volcán que, por su salud, por su tranquilidad y la de su familia, ha llegado a la conclusión de que es mejor renunciar que seguir batallando “Llega el momento en el que ya no sabes qué hacer ni cómo hacer”.

“Durante los 80 y pico días del volcán, viví cosas que no se las deseo a nadie, porque vi todo el trabajo de toda mi vida completamente destruido. Yo no tengo estudios, yo todo lo he hecho con estas manos, y lo primero que pensaba es ¿cómo le pago la universidad a mi hijo? ¿cómo pago la hipoteca para que mi otra hija siga viviendo? Para un hombre que quiere mantener a su familia, enfrentarse a eso es muy complicado y muy triste”, cuenta con un nudo en la garganta

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