Acto de desobediencia civil para acceder al cementerio de Las Manchas
En la mañana de hoy domingo, 19 de marzo, he caminado sobre las coladas de lavas para llegar al nicho donde se encuentran enterrados mis padres y abuelos maternos. El cementerio fue alcanzado por un flujo de coladas el 25 de noviembre de2021, enterrando bajo la lava gran parte del cementerio.
El nicho está rodeado de lavas, por detrás, junto a Montaña Rajada, y enfrente del mismo. Caminar sobre coladas constituye un acto de desobediencia civil, ya que las coladas afectadas se encuentran en la zona de exclusión según el Decreto del Cabildo de La Palma 2022/9435, de 21 de octubre de 2022.
Nunca el ayuntamiento de Los Llanos de Aridane me ha remitido información personal del estado del nicho. Solamente, al preguntarles, enseñaron una fotografía, tomada desde el suelo y desde fuera de las coladas, en las que la impresión era que el nicho estaba enterrado bajo coladas.
Sin embargo, estaba convencido que el nicho se había salvado, ya que gracias a la fotografía tomadas por “I love the World”, el día después de llegar las coladas, pude apreciar que las coladas se quedaron a la misma altura de la base inferior del nicho.
En mayo de 2022, una visita al lugar me confirmó que el nicho se había salvado.
Sabedor de la realidad, no pudo contener las lágrimas por presenciar la lápida del nicho de mis padres. Mi madre había sido enterrada en agosto de 2020. Sobre todo, sabiendo que otros nichos, algunos parientes míos, estaban bajo la lava. E incluso siendo consciente, cuando la mirada la dirigía hacia la montaña de Todoque, y observar cuanto patrimonio estaba y está bajo ese gran manto negro.
Diez meses después de esa visita regreso al cementerio. En medio, el día de finados de noviembre pasado donde nos fue negado a muchas personas, que tenían a sus familiares enterrados bajo las coladas, el acercarnos a donde estaba el nicho. Ese día fue muy triste cuando tenías que depositar las flores en un cubo encima de un muro, lejos de los difuntos. A pesar de ello, algunos caminaron sobre las lavas y dejaron las flores en agua sobre las coladas.
El acto de desobediencia también es un acto de reivindicación y protesta en un día que se celebra el año y medio desde que el volcán erupcionó. En un día donde la ciudadanía afectada y damnificada hace un llamamiento a la unidad y la demanda de derechos que no están siendo atendidos. Un grito de desesperación ante la “tormenta perfecta“que suponen los decretos de recuperación de la “normalidad residencial” y de reordenación parcelaria para las personas afectadas y los nuevos afectados.
Las administraciones se jactan de que están escuchando las demandas de todos los afectados. Sin embargo, en los hechos, no es real. El decreto de reordenación territorial piensan aprobarlo antes de las elecciones. Seguramente, ambos. En los dos, hay una evidente exclusión del derecho de propiedad que tienen muchas personas afectadas sobre sus tierras y fincas aun hallándose bajo la lava.
La zona de protección cautelar es extensísima, el derecho de acceso y de reconstruir viviendas o fincas, en algún momento de sus vidas, está vetado, con la excusa de que coladas de más de cinco metros de grosor no habrá posibilidad de intervención.El dolor y la angustia de los afectados es peor, cuando la opción de expropiación o adquisición por el estado/gobierno canario asigna un pago ridículo lejos del valor que tenían antes de las coladas.
Además, la opción de nuevo suelo, crea nuevos problemas, y nunca equivale a la superficie que tienen ahora de lava.El gobierno canario, con el plácet del Cabildo y los ayuntamientos del Valle de Aridane, va a hipotecar miles de vidas, alargando las soluciones de recuperación y vuelta a una vida digna.
Lo primero, las personas afectadas. Porque las decisiones adoptadas en forma de norma, como los futuros decretos, siempre se hacen desde arriba, desde despachos y oficinas técnicas de la administraciones. La voz de los afectados ha estado sometida a un número, el registro único, un tormento para muchas personas a las que debían volver y volver un día tras otros con nuevos papeles.
La administración, cuando funciona con desconfianza y reproches, no tiene como meta las personas. Incluso, se atreven a exponer las dudas ante el enriquecimiento injusto, o por aquellos que decían no aportaban documentación real.
Ante una catástrofe única en España de las dimensiones que ha supuesto el volcán Tajogaite, cualquier actuación, en la emergencia y ahora en la reconstrucción, debe tener como base y como objetivos la dignidad de las personas afectadas. Cuando el daño ha sido de tal envergadura, lo primero es enfrentar los problemas y las posibles soluciones para los afectados. Luego, se hace la norma.
Han publicado multitud de decretos, órdenes y resoluciones, para las ayudas o la construcción de una nueva vivienda. Sin embargo, aún hay muchos a los que no le ha llegado y otros no exentos de un largo periplo administrativo. Hay muchas casuísticas personales, desde el que se ha ido de la isla y no quiere saber nada, hasta que el quiere su terreno, sus parte de las coladas, para reconstruir una vida para él, o quizás para las futuras generaciones.
El acto de desobediencia reivindica VOLVER, como derecho. Reconstruir es volver a construir. Volver es facilitar las soluciones más dignas para tantas personas que lo han perdido casi todo, y mucho más, como la identidad de un lugar físico, unos vecinos y un paisaje. Volver debe estar sobre la mesa de cualquier solución. Volver a las coladas es posible. No hay excusa para una protección de tanta superficie, y con una compensación injusta para los actuales afectados.
Como tampoco hay excusa de que las coladas están aún calientes. Se ha podido construir edificios sobre 50 m de coladas del Etna en el refugio Sapienza en Sicilia, o sobre las coladas de lava del Kilauea de 1992 y 2018, del volcán Fogo de 2014 en Cabo Verde. Pero también se ha construido y creado economía agrícola sobre las coladas de San Juan y Teneguía. O incluso sobre las coladas de Garachico.
El acto de desobediencia es un grito por la unidad de todas las personas afectadas. Nadie debe sentirse con su vida resuelta y mirar para otro lado. Yo, personalmente seguiré en mi empeño y solidaridad con los vecinos y vecinas de Puerto Naos y La Bombilla y todos aquellos que perdieron su patrimonio por el volcán.
Necesitamos volver. Las coladas son nuestras, de cada uno de sus propietarios. Todoque existe, porque existen su gente, y la de todos los pagos que se llevó el volcán, Paraíso, Los Campitos, Pampillo, Pastelero, El Pedregal, etc.
Los Llanos de Aridane, a 19 de marzo de 2023
Francisco Rodríguez Pulido. Profesor jubilado. Licenciado en Química y Pedagogía