Una cosa es una casa y otra cosa una casucha

Se dice, se rumorea, se comenta… y que quede claro que no lo dice esta vieja, si no que lo apostillan por ahí; que a algunos de estos pobriños afectados por el volcán, les intentaron robar lo que les queda de dignidad.

Las malas lenguas (ya sabes, esas de otra gente con malicia) comentan que esas 44 casuchas que entregaron ni son dignas, ni les dan paz, ni futuro a los que tuvieron la “suerte de dárselas”, sino todo lo contrario.

Estuve yo el otro día escuchando con mi amiga Carmencita la de Amagar la entrevista que le hicieron a esta chiquita, a ver como se llamaba, que mi memoria a veces me falla,… ¡Goreti!, la chiquita o más bien mujercita de abajo de Todoque (comparada con esta vieja, todas son chiquitas). Pues estábamos las dos viéndola, y no pudimos aguantar el sentimiento. La verdad, es que uno trabajando toda la vida, pagando todo lo que hay que pagar (y guardando lo que se pueda por si viene una diarrea), para que después del desastre este, a su madre le den una casucha de esas que ni un árbol tiene, ni dónde cocinar por ahora tampoco.

Yo no sé si es por la edad, pero a mi estas modernidades de casas contenedor me cuestan un poco, la hija de Carmencita me dice que hay gente que hace casas buenas con contenedores, pero para mí son los “contenamares” de toda la vida, dónde van los plátanos y viene la harina… Sea como sea, esta que está aquí sabe más por vieja que por otra cosa, y cuando plantaron el contenedor en el Ramón Pol me fui para abajo a regoler, y yo no soy experta, pero mucho fundamento no le vi a la cosa.

La Alcadesa decía que la gente lo había elegido así, pero no sé yo, todavía no escuché a ningún vecino decir que eso es lo que quería, es más, ya no escucho ni a la Alcadesa hablar de esas casuchas.

El otro día entregaron 44 al parecer, y más que una entrega de casitas a gente que lo necesitaba, parecía aquello un cosa rara, triste y con mucha pena. La gente desconforme, triste (como no puede ser de otra manera) y con la sensación esta de que no se merecen eso, y ya le digo yo, que nadie se merece eso. Además mis hijos, eso lo hicieron con cámaras de televisión y todo, con póster de  Gobierno y publicidad, que para imprimir sí que tienen dinero, y gritando los nombres como en una tómbola. 

La verdad es que yo no tuve valor para asomarme abajo y regoler en condiciones en ese momento, pero una vecina mía (que no voy decir el nombre), sí que bajó, y vino toda descompuesta. Yo le invité a un cafecito para que me hiciera el cuento bien hecho y sin prisa, y me dijo que estaba la gente mal, llorando, “flipaos” como dicen los jóvenes con esas casas que les dieron y que ninguno eligió; y encima les dijeron que tienen ellos que hacer el asunto de la luz y el agua. ¡Pero Virgen Santa! ¿no podían darles las casuchas esas al menos con luz y agua y ya terminadas?

Esos “contenamares” llegaron a la isla hace un año, según me dijo la hija de Carmencita eso ya viene hecho y listo para poner. Entonces digo yo, ¿tardan un año en preparar el suelo para poner eso? Yo sé que son épocas distintas, pero mi padre decía que la casita dónde yo me crie la levantaron entre unos pocos en unos meses… ¡Ni que estuvieran esperando a que crecieran los árboles que no existen!

Cómo tuvo que ser la cosa que ni la Alcadesa, ni el Presidente del Cabildo allí estaban, ahora sí, nos esteramos de todo sin bajar porque televisiones si habían. Llámenme antigua, pero en un momento tan delicado como ese, tenían que haber dejado que fuese algo privado, no sé, es que por más que me estrujo la cabeza no tengo claro que querían enseñar por la tele. Las malas lenguas llegan a todos lados, y el comentario y las cosas en la calle iban a estar, porque así es como es, pero una cosas es una cosa, y otra que pongan las desgracias de las personas en la tele.

Pero bueno, no seré yo la que se meta en dar conclusiones, puesto que desde mi ventana y detrás del visillo me entero de todo sin que me vean, pero si esto que le han hecho a los vecinos, sobre todo a las de mi quinta (que no sé por qué, pero los mozos se nos han muerto a todas; será que las viejas palmeras resistimos más) no tiene nombre. Esta vieja se pone a pensar que mis últimos años tienen que ser en uno de esos “contenamares” y me lleva la tristeza. ¿No hay otras maneras más dignas de darle a la gente una opción?

Llevo días rumiando una cosa que me dijo la hija de Carmencita (que ya les conté una vez que utiliza bien esas cosas modernas del “Enstagram” y “Fakeboof”), y es que no sacaron fotos de esas elegantes los políticos en ese momento, ¿será que por primera vez les dio vergüenza algo?.

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