Pasaron los días, los meses, y más de año y medio desde que el volcán (pongan el
nombre que más les guste) hizo acto de presencia en nuestras vidas.
Al principio teníamos ilusión.
Pensábamos que habría empatía por parte de nuestras Administraciones, pensábamos que aquel aluvión de promesas aliviaría el sufrimiento de las pérdidas, el acotamiento de la vida.
Pero pronto y con cierta incredulidad surgió la mentira y el abandono más soez,
principalmente por el gobierno de Canarias con la traición de la carretera diabólica de la costa, el incumplimiento de la promesa de la ayuda de los 30.000 €, el desastre de las ayudas al alquiler, la pésima gestión de las obras hidráulicas, la horrible gestión de las ayudas estatales y la miserable manera de tratar a los afectados cómo presuntos
elincuentes.
Sí he dicho bien.
Las vueltas que nos hacen dar para cualquier asunto son increíbles y nos cansan, nos agotan.
Las cientos de reuniones estériles con iniciativas cómo revivir el valle y otras para
contarnos cositas, nos hacen derrapar.
Y por éstas y algunas otras razones cómo que no haya un proyecto de recuperación, que cada administración actúe por su cuenta en un gobierno canario de francotiradores y un presidente del cabildo cuya máxima es perfeccionar su
contrato narcisista; para quedar guapo en las próximas elecciones.
Y en la retaguardia el súper delegado del gobierno haciendo que hace y que nos mira a los afectados con indiferencia organizada.
Por otra parte el ministro Bolaños crea el comisionado para la reconstrucción pero sin ninguna competencia, por lo cual el bueno de Héctor se convierte en el correo del Zar.
Por último se acercan las elecciones y ello garantiza que seguiremos en un segundo
plano.
Pero nos queda -y debemos tener la última- la palabra.
Por todas estas razones están convocados los 7000 al Encuentro el próximo día 19 en el polideportivo de El Paso.
